miércoles, noviembre 15, 2006

SER MUJER


La cuestión es bien complicada y me dedicaré a escribir sobre ello y, evidentemente, por oposición, sobre lo que significa o implica ser hombre.

Fui a una charla de la Pilar Sordo, psicóloga "in" que habla sobre eso. Al principio quedé fascinada con lo que dijo. Muchas de las situaciones que describe son tan vívidas que uno no puede sino sentirse MUY identificada. Pero luego, dándole más vueltas, he ido encontrando falencias y tensiones que no logro resolver.

Sordo dice que las mujeres de 35 años o menos somos mujeres masculinizadas. Que nos da rabia cuando nos dicen que hombres y mujeres somos diferentes y no iguales, que funcionamos mucho más parecido a como funcionan los hombres (cuestión que ya describiré) y que no valoramos ser mujer. Yo estoy básicamente de acuerdo con esa idea.

Yo diría que la autoestima y la identidad de las mujeres jóvenes, generalmente está cimentada sobre lo que somos como personas y no sobre ser mujer. Más que ser mujer, pesa en nuestra autodefinición ser artista, o abogado, o médico, incluso ser mamá (lo que podría ser contradictorio, pero no lo es), ser de izquierda, ser budista, etc. Y si ser mujer es parte fudamental de nuestra identidad es de una manera especial, en el sentido de que somos mujer es"con apellido": "mujer chora", "mujer fuerte", "mujer independiente"...

Entonces nuestra identidad y la autoestima tiene un núcleo conflictivo, un área de tensión. ¿Por qué es así? Porque las mujeres modernas (o posmodernas) odiamos a las mujeres que no son como nosotras. Odiamos a las mujeres dóciles y sumisas, odiamos a las mujeres tontas e inútiles, a las mujeres frágiles, a las que se anulan en una relación, a las que no tienen opinión propia, a las que son “mujeres de fulanito de tal”, a las que sirven a los demás, a las que hacen un trabajo invisible y no reconocido ni valorado como el doméstico. Odiamos a las mujeres que viven quejándose de sus miserables vidas en el hogar, de los hombres infieles e inútiles a su lado y odiamos a las que viviendo todo eso, no se quejan, no reclaman, no demandan y aguantan silenciosamente. Odiamos a nuestras madres, a nuestras abuelas, a nuestras profesoras, a la mitad de nuestras compañeras de curso, a las monjas, a las santas…

Pilar Sordo dice que nuestras madres y abuelas vivieron quejándose permanentemente sobre su vida, los sacrificios de la vida doméstica, el trato de sus maridos, etc. Y destilaron tanta infelicidad y amargura cotidiana (que según Sordo no es real) que las generaciones posteriores nos formamos en contraposisción a ello. Además, recibimos de ellas el mensaje de que ser profesional era nuestra única "salvación". Las mujeres, por ende, nos constituimos identitariamente mucho más masculinas que nuestras predecesoras. Y se ha perdido "el valor ancestral de ser mujer" (en sus palabras) y las mujeres renunciamos a cosas esencialmente femeninas. Pero no podemos identificarnos 100% con los hombres y la masculinidad, puesto que ellos serían los responsables (¡los culpables!) del dolor e infelicidad de nuestras antecesoras.

Sigo básicamente de acuerdo. Ahora bien ¿cuál es el "valor ancentral de ser mujer"? ¿y qué es aquello "esencialmente femenino" a lo que hemos renunciado? Por ahí viene mi desacuerdo....y también en torno a ideas de Sordo como: "Los hombres han aprendido más de las mujeres de lo que hemos aprendido las mujeres", "Ellos lo están haciendo muy bien, nosostras no"... ... ... yaaaa....

(me tengo que ir...mañana sigo...miestras tanto una sinopsis: Lo fundamentalmente masculino, según Sordo, tiene que ver con SOLTAR. Lo femenino, con RETENER)

1 comentario:

Anónimo dijo...

tomar en serio los argumentos de Sordo es innecesario.