jueves, enero 25, 2007

4 Viajar y la soledad



Se ha puesto a nevar suavecito. Y como no caen grandes copos de nieve es como si cayera mugre u hollín del cielo. Afuera hace muuuucho, pero MUUUUCHO frío. Hay un vientecito que te corta como cuchillo. La gente se acostumbra a todo, parece, porque hay unas viejas (hay hartas viejas en esta ciudad) que andan con sus zapatitos negros de vieja sin calcetines.

Entre el clima y el agua (durísima) parece que me estoy volviendo lagarto. A mi piel no le gustan nada estos cambios. Ayer tenía la cara tirante y enrojecida en algunas zonas, me ardía fuerte bajo los ojos y alrededor de los hoyos de la nariz. Esta mañana amanecí con zonas escamadas, pero creo que un poco mejor.

Los primeros cuatro días en Bruselas fueron inolvidables. Me sentí como en un reality, como en una suerte de experimento psicológico de esos que hacían mis colegas en el siglo pasado cuando nadie los fiscalizaba. Estaba sola, en un departamento ajeno, sin Internet, sin teléfono, sin televisión, en una ciudad desconocida en la que hablan dos idiomas, pero ninguno de los dos entiendo ni hablo. Sólo tenía música (porque la radio me marea, como no entiendo ni jota…) y algunos quehaceres para llenar mi tiempo.
El jueves Marie Claire me trajo al departamento y me mostró cosas básicas. Luego me quedé sola y me las tuve que ver conmigo misma. Hice el aseo –lo siento, es verdad, lo necesito- sobretodo el del baño, saqué mis cosas de la maleta y puse la ropa en mi estantito. Y la maleta la dejé en un rincón vacía. Eso me dio un minuto de felicidad. Me tomé un té y un pancito y me puse a escribir el informe 3. En la noche salí a caminar. No había mucha gente en la calle y en algunos bar-restaurant había algo de gente. Vivo al lado de Place Meiser, una rotonda, bastante central, pero en la misma plaza no hay más que un bar y una librerie (donde venden tarjetas de llamadas, pre pagos para celular, diarios, revistas, cerveza y cigarros). Caminé por una calle que sale de la rotonda que se llama calle de Lovaina y por la siguiente. Descubrí donde había teléfono y lavandería. Un tipo se me acercó y me habló, yo le dije que no hablaba francés pero insistió en hablarme. Luego me invitó a tomar un café, le dije que prefería una cerveza. Me dijo que fuéramos a su casa. Pensé “ni cagando” y le dije “prefiero un bar”. Pasó a su casa a buscar algo, quería que yo subiera, yo le dije “no, yo te espero aquí”. Él todo el rato preguntaba “Por qué no?”. Yo pensé que me convenía ponerme un poco más sociable, sino iba a pasármela sola y, en esta situación, uno intenta ser flexible, entendiendo que no maneja los códigos del lugar y que tiene que ir “cachando”. Bueno, al final comenzamos a caminar hacia los bares y el tipo empezó poniéndome el brazo por sobre los hombros, como amigote “buena onda”. Yo no pesqué, porque no me apretaba, ni me atraía hacia él ni nada. Además yo andaba como oso de abrigada, con la media parka, casi no sentía su brazo. Cuando le dio por tomarme la mano lo mandé a la cresta. Y todo el rato, el muy estúpido preguntaba “por qué no?”. Qué lata! Bueno, cuento corto, yo no sé si lo llamaron o si el tipo vio que no iba a agarrar pan ni pedazo e inventó un llamado telefónico, pero decía “¿Tengo que ir ahora?” y se fue. Yo seguí dándome vueltas y cuando me decidí a entrar a un resto-bar (el que está frente a mi casa) me dijeron que estaba cerrado (todavía había gente adentro) y no me atendieron. Así que pa’la casa, no más, a acostarse.

El viernes Marie Claire trajo un microondas. Me vino a buscar y me mostró cómo llegar a la Universidad y me acompañó a sacar un abonnement de transporte (un pase mensual libre para febrero al metro, buses, tram, etc). Marie Claire es bien volada y además no se mueve mucho a pie por Bruselas, a la vuelta estaba totalmente perdida y fui yo quien me ubiqué en la dirección correcta y al día siguiente descubrí que había una mejor forma de llegar a la U. Luego volví a quedarme sola. Fui al supermercado y obviamente me demoré harto, tratando de cachar qué comprar y no quedar en la ruina. Y en la noche fui a la lavandería, una de esas que salen en las películas gringas, donde uno lava su propia ropa con unas fichas que mete en las máquinas y puede llevar su detergente (pero yo no tenía). Ahí había un señor que hablaba algo de inglés, por suerte, y me ayudó a lavar. Igual yo llevaba como 10 minutos mirando todo y tratando de comprender y lo tenía bastante descifrado pero me alegró que el señor me entendiera y fuera amable. Mientras la ropa daba vueltas en la máquina, fui al locutorio (así se llaman en Barcelona los lugares que tienen teléfonos y computadores con Internet). Acá no es como en Chile que hay Internet inalámbrica no segurizada o libre en las casas o edificios o en algún café o Restaurant. Eso del WIFI (En España, que dicen todo en Castellano, dicen GÜIFI!! y yo me río como loca!!! Y también dicen Melburne por Melbourne) no es un servicio gratuito que te provea alguien. O sea hay que pagar!! Y el que estaba más cerca de mi casa era pésimo. Para empezar no pude mandar el mail que me demoré 3 horas en escribir y que llevaba en mi pen drive porque no tenía USB. El PC era como un 386, muy viejo y lento y más encima el teclado en francés era una dificultad atroz. Sólo logré mandar un mail de “Llegué. Estoy OK”. Quería mandar mi número de teléfono pero no me lo sabía. Todo lo tenía anotado en la carta escrita con anticipación. No logré hablar con Pablo que no estaba en línea y tuve que correr a la lavandería minutos antes de que él llegara a casa. Volví con la ropa limpia a casa, comí y me tomé una cerveza y me acosté. Ya empezaba a acogotarme la sensación de soledad y aislamiento.

Dormí más de lo aconsejable, porque acá es muy oscuro. Se oscurece temprano, a las 5 pm, y amanece tarde, después de las 8:30 am. Salí a caminar durante el día, después de estudiar a fondo los mapas para ubicarme (así caché que había una manera más fácil de llagar a la U) La ciudad es difícil, no tiene diseño de tablero de damas, así que uno pierde el norte, por así decirlo. Conocí la Grand Place, que sería algo así como la Plaza de armas, y el centro en general. Me habían dicho que esta ciudad era preciosa, pero yo no hallo. La plaza grande tiene puros edificios muuuuy antiguos, del siglo XVII ( y eso que era del siglo XII, pero la destruyeron en una guerra en 1695). El más nuevo es de 1852, pero hay hartos del 1600. Y claro es bonito, allí y en otras plazas hay construcciones góticas y otras de otros estilos, y grandes iglesias que te dejan sin aliento. Sin embargo, lo más bonito, para mi gusto son unas casas o edificios de 3 o 4 pisos, flacos y largos, con arquitectura art-nouveau y algo de art-decó. Las ventanas y las rejas de los balcones, ambos entre bombé y bow-window, me encantan! Esta es una ciudad muy diversa con edificios modernos de espejos y Malls y casas altas, y edificios normales sin ninguna gracia. Comer es más caro y las cervezas ricas y propias de acá en los locales no son nada de baratas, pueden cotar 5 eu. Igual me tuve que tomar una caña de shop por 2 ue para hacer pipí. En el centro había harta gente pero más turistas que nada, parece. El barrio donde me alojo está es bien céntrico pero hay que caminar una subida empinada de 5 cuadras o más para llegar al lugar más cercano donde pasa algo. Donde hay bares y restaurantes. De todos modos todo cierra relativamente temprano los días de semana. Como era Sábado en la noche, quería saber qué onda la diversión y llamé a Alicia, una amiga de la Negra Sánchez cuyo teléfono me había dado antes de partir. No me contestó. Le mandé un SMS pidiéndole que me recomendara un lugar. Nada. Así que me tomé 2 o 3 cervezas en la casa y casi me vuelvo loca. El silencio era enorme. Es un barrio bastante residencial, pero debe ser el grosor de las murallas y de los vidrios que se escucha tan poco ruido y voces. A ratos me sentía en un pueblo fantasma. Como a las 2 unos pendejos estaban animadamente haciendo alboroto en la calle, parece que filmaban en un celular mientras bailaban. Había un auto de policía en la esquina, según caché y no pasaba nada con los cabros. Unas risas en la escalera. “Hay gente que lo está pasando bien” pensé. Yo miraba por las ventanas como las viejas locas, como la vecina de la Negra Sánchez que no sale a la calle hace 6 años, excepto para ir al médico. En la tarde había mandado el mail anterior con el teléfono (que luego descubrí estaba malo) y me atormentaba la idea de que Pablo no me llamara.¡Lo necesitaba tanto en ese momento!. Por supuesto que me dio por preguntarme todo: “¡¿Qué hago aquí?!”, “¿Por qué chucha me metí a este doctorado?”, “¿Qué sentido tiene el trabajo intelectual?” “¿Qué sentido tiene la generación de conocimiento?” Y por supuesto que mis respuestas eran “nada” y “ninguno”, y sólo me importaba descubrir los pasos que hay que dar para tener una vida feliz y ninguno era por aquí (o al menos no eran imprescindibles, ni siquiera necesarios). Y pensé “Quiero una vida simple….. ¡cómo la de la Consuelo!”. Y claro, lloré, hasta que el sueño me venció ¡por fin! Y lloré también el domingo, donde se repitió todo igualito, salvo que había menos gente en las calles y estaba el comercio (excepto restaurantes) cerrado. Para evitar la locura total compré una tarjeta para llamar desde el celular cuando estuviera en la casa (yo prefería llamar desde la casa que era el lugar en el que me angustiaba más y no desde un locutorio, ya que mientras estaba en la calle todo funcionaba un poco mejor, estaba más “fuera de mi”). Lo intenté por 2 horas después de comida y nada. En inglés, en francés. Salí a la calle a intentarlo desde una cabina. Me cagué de frío y otro jote – más adulto- se me acercó a hablarme y me invitó a su casa a tomar café y the same shit, “no hablo francés, no, no, no gracias (usar su teléfono fijo), no porque no”, etc etc. Al final, estaba tan desesperada que llamé directo desde el celular, primero 10 segundos para pedirle a Pablo que me llamara y luego, como no pasó nada, 57 segundos para hablar con él y en eso me gasté las 10 lucas con que lo había cargado.

La soledad.

Le respondo a Vero: yo no creo para nada que yo esté tan sola en Santiago como acá. Yo no creo que sea así, yo no creo –como mucha gente lo hace- que uno está solo en el mundo. Yo no lo siento así, no en mi vida cotidiana ni en mi vida extraordinaria. Sólo en experiencias muy limítrofes como un enorme dolor, uno siente que en esa experiencia se está solo porque es imposible de transmitir o de elaborar junto a otro. Pero en el resto de la vida, yo vivo conectada y participando de una red de gente, que quiero y que me quiere y esos lazos me constituyen. Esas relaciones son parte de mi ser.

En fin! Ahora todo va mejor, mucho mejor. Ya vengo a la Universidad y trabajo en la tesis y eso me saca de mi misma y me da un quehacer y una meta. Además hablo con Mauricio y tengo Internet y hablo con Pablo, lo que me pone contenta y me conecta con mi gente.

Bruselas es menos peatonal que Madrid o Barcelona, y bueno ¡hace más frío!, quizás por eso. Acá hay más estacionamientos (excepto en el centro), y no he visto tacos. Hay sólo 2 líneas de metro (en lugar de 12) y unos trencitos que se llaman “premetro” y que son aproximaciones a otros sectores. Tram, que son lo mismo, dos vagones que van sobre rieles a nivel de la calle y enchufados arriba a unos cables, como los omnibuses (creo). Buses y Lijn (que es una línea distinta). El sistema es mucho más difícil de entender y de manejar, pero se logra después de un estudio exhaustivo de varios mapas de transportes. Sin embargo, hay que esperar el tram en el paradero harto rato y uno se congela. No hay motos como en Barcelona. Eso se me había olvidado comentarlo.

A ti, Pablo, te encantaría porque las motos son casi más comunes que los autos en BCN. Y de repente uno ve cosas divertidas, como una vieja, perdón una mujer madura, como la madre de cualquiera subirse a una moto. O el señor saliendo de la oficina, se sube a su moto y se va pa’la casa. Claro que la mayoría son scooter y no motos choperas o de las otras. En Barcelona, también vi ene tiendas de diseño y decoración, pero exclusiva o casi exclusivamente, de dormitorios. Camas, ropa de cama (pa’morirse de lo linda!!!), veladores, etc. Acá también he visto. Yo me pregunto si será porque, como la gente comparte tanto las viviendas, el dormitorio se transforma en el espacio de expansión-expresión-manifestación- y- vida de uno mismo y su identidad. Como cuando uno era adolescente y era tan central el “póster”, el incienso, el tapiz, o lo que fuera que uno le ponía a la pieza. La transformación del dormitorio de niña, decorado por los papás al de “grande” decorado poco a poco por uno (hippie, dark, electrónico, scout, como fuera) era fundamental. Asimismo, supongo que es la cosa acá. Los jóvenes y adultos casi no pueden vivir solos, ni siquiera si se emparejan y a veces incluso con guagua, por lo tanto, el dormitorio es su espacio más natural.

Por otra parte, he comenzado ya a opinar sobre la gente. Acá en Bruselas la gente me parece, en general, fea. No he visto ningún mino, ni mina como para darse vuelta a mirar o por lo menos para quedarse mirando. Ayer vi uno más o menos, pero parece que no era de aquí porque me preguntó cómo iba a la estación de trenes (yo le supe contestar lo que me hizo sentir muy bien!! Muy ubicada!). Hay muchísimos inmigrantes. Mi guía turística dice que 30% más 10% de hijos de inmigrantes con pasaporte Belga. Hay africanos (del Congo principalmente o por ahi), árabes y del medio oriente y muchos de Europa oriental (nunca sé de dónde porque me parece que hablan todos muy parecido: checo, rumano, polaco, eslavo, ruso….para mi oído son lo mismo). Pero los locales no son muy bonitos tampoco. Bien desabridos, nada del “rucio manso mino nórdico” que esperaba ver. Algunos y algunas tienen la piel bien rosada y se ponen color de salchicha Swan. Otros son no tan rucios-rosados, sino blancuchentos y feítos. Harta vieja y harto viejo (aunque yo los veo en el tram donde tienen transporte gratis). En el ómnibus podemos encontrar el modelito “latin lover”, solo que es árabe (creo), en lugar de latino. Pantalón relativamente ajustado, chaquetita ceñida hasta la cintura y el pelito engominado hacia atrás. Guaaajjj!!! Y miles de mujeres musulmanas con esa túnica que solo les deja la cara a la vista (bueno yo con gorro de lana y el polar en la cara me veo más o menos igual o peor).

Otra cosa que se me olvidó de contar de España! La Sole y yo fuimos a una exposición de Escher. Y la concurrencia me pareció de nivel pirulito y universitario. Nada de picantería popular de esa que va, a veces, a la estación mapocho a culturizarse. Pero resulta que como yo iba medio apurada (quedaba poco para que cerraran) metía la cabeza entre la gente para mirar los grabados y de esta forma pude escuchar varias conversaciones entre los asistentes y me sorprendió LO IGNORANTE DE LA GENTE!!! Onda la vieja con abrigo de piel y el marido explicándole “Pero no ves? Mira, aquí el hombrecito va subiendo y aquí va bajando, y aquí…”. Y el universitario que le dice al otro “no sé, parece que es un pozo, no sé ¿tu ves un pozo?”, y la Sole escuchaba “Oye, pero este tipo estaba loco?!”. Insólito. Yo creo que en Chile, el personaje universitario ABC1 sabe un poquito de qué se trata la obra del señor Escher, lo ha visto alguna vez, aunque no se sepa el nombre, reconoce sus grabados y cacha que es un tipo que dibuja una mano que dibuja una mano que dibuja una mano…o que dibuja lagartos que se transforman en aves que se transforman en ángeles, que se transforman…. O sabe que dibujó arquitecturas imposibles jugando con la perspectiva.

Lo dietético, otro tema que ha dado vueltas en mis informes. Les diré que acá en Europa no es parte del sentido común eso de preocuparse tanto como nosotros. Aunque hay mucha anorexia y se publican libros sobre nutrición y dietética, en los cafés nadie te pone nutrasweet, ni el supermercado está lleno de cuestiones Light. Por contraste me he dado cuenta de que en Chile se asume que si eres mujer y pides un café te traen sacarina, acá no, hay que pedirla y no siempre tienen.

Por último una última reflexión. Los viajeros usualmente disfrutan de conocer gente. A mí me pasa una cuestión rara. Años atrás ya me había pasado un poco, pero ahora estoy segura que es una cuestión mía y no circunstancial. Me pasa que me pongo antisocial porque siento que cualquier encuentro es efímero o transitorio. ¿Qué gracia tiene conocer a alguna persona simpática o chora por ahí si estamos todos de pasada?

Ese discurso de aprovechar los viajes para relacionarse y/o pinchar me parece tan absurdo. Yo no veo la gracia de hacer amistad o pinchar con un sujeto que:
1. no habla tu idioma, por lo tanto, cualquier comunicación es aún más fantaseada que cuando ambos hablan castellano; o
2. no vas a volver a ver.
¿Y si te queda gustando? ¿y si están juntos un tiempo idílico y se enamoran? ¡Viven en otro continente! ¿y si deciden prolongar este encuentro en Chile o en su país? Ya no será lo mismo pues el idilio termina cuando terminan las vacaciones!. Yo he pensado que para polvos casuales, mejor en casa, en el mismo idioma y ojalá en la misma comuna. Me tinca que este discurso lo inventó una mina que le da pudor soltarse las trenzas en su propio país y tiene que venir a abrir las piernas a cientos de miles de kilómetros de distancia, donde su papá no la vaya a pillar.

Y ese argumento de salir de Chile para “abrir la cabeza”, “ampliar el horizonte”, Sucks! Yo tengo la impresión que eso le sucede a uno a partir de la adolescencia -gracias a Internet y a la globalización, pero también a la lectura, las conversaciones, la imaginación, los amigos, atreverse a descubrir la diversidad de la propia ciudad y no aterrarse con lo diferente, lo guachaca, lo popular, lo pije, lo insólito, lo travestido- y si no le sucede a uno es que tiene la mollera bien dura y ni en Europa ni en Tombuctú se le va a abrir!!

He dicho!
Ya dejó de nevar (no nevó mucho rato, mucho menos que lo que me tomó escribir este mail) así que me voy a casa. Bueno, a “casa”.

Cuídense y gocen de estar en su madriguera, saltando en la red emocional que los sostiene!!
Hasta la próxima!
Y oigan, no porque el mail vaya dirigido a varios no me vana responder!!! Está dedicado a cada uno, lo juro!
Una abrazo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quien la manda a cagarse de frio.